martes, 26 de octubre de 2010



Melancolía: extraña dolencia del alma que agujerea al cuerpo; de sabor agridulce. Un poeta le otorgó un pico voraz y dolorosamente tierno. Otro poeta la llamó rosa del aliento y damisela soledad. Para el sujeto desprevenido, la melancolía puede ser -en definitiva suena así y origina confusiones varias- un dulce tentador. Ingerir en grandes proporciones puede ocasionar trastornos serios en los recuerdos y desequilibrar la dieta de vida de cada jornada. Es improbable que un animal sentipensante pueda existir sin haber paladeado alguna vez un poco de melancolía. No hay melancolía sin memoria ni memoria sin melancolía.

Y Silvio algunas vez cantó:

"Oh melancolía, novia silenciosa,
intima pareja del ayer;
Oh melancolía, amante dichosa,
siempre me arrebata tu placer;
Oh melancolía, señora del tiempo,
beso que retorna como el mar;
Oh melancolía, rosa del aliento,
dime quien me puede amar."

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